Tengo un amigo que vive en Barcelona y que siempre dice que en cada uno de los locales con los que nos cruzamos a diario alberga una pizca de arte desconocido. Para él, según comenta siempre que su teoría sale a la palestra, los estudios de interiorismo de Barcelona son una especie de escuela de arte desconocido de la ciudad. Entrando en terrenos técnicos, según su propia concepción de su disparatada teoría, su explicación es algo así como que, igual que Unamuno hablaba de intrahistoria para referirse a los acontecimientos de la Historia vividos por la gente normal, mi amigo, historiador del Arte, habla de que estos pequeños locales hablan de cómo la gente de a pie percibe el Arte.
La idea central de su teoría es que nadie decora su negocio de forma aleatoria. Todo lo que proyectamos a los locales de comercio en los que trabajamos es lo que consideramos como la mejor opción de cara al público que lo va a ver. Es decir, cada proyecto de interiorismo y cada rehabilitación de locales comerciales que tienen lugar en Barcelona, tiene un poco de la persona que se encarga de ellos. Puede que la teoría suene disparatada a priori, pero cuando uno conoce todo el pensamiento que lleva por detrás, comprende que es algo que va mucho más allá. Y que, además, tiene fundamentos tanto reflexivos como estéticos.
Efectivamente, la decoración de un local comercial, igual que la de una casa, se realiza con ciertos criterios estéticos. Más allá de la anécdota y de que puedan o no albergar ese arte invisible, el interiorismo es una forma de expresión que, generalmente, pasa desapercibida, más en los textos que para la vista. Normalmente sí nos percatamos de cómo está decorado un sitio y de si es más o menos de nuestro gusto. Sin embargo, a la hora de hablar de Arte no solemos incluirlo entre los sectores propicios a esta disciplina.
El escaparatismo, por ejemplo, en su esencia, termina por ser una vía de expresión para las personas que montan, diseñan y comprueban que el aspecto final sea el que habían pensado para este escaparate que, sin decir nada directamente, está hablando claramente sobre el público objetivo, el target final, de ese establecimiento. O así, al menos, es como debiera ser en términos ideales para la marca. Con el paso de los años, han florecido nuevos estudios de decoración, dedicados íntegramente a estos proyectos de interiorismo, pero también a reformas integrales de cara a acondicionar los locales para su actividad y para la decoración posterior. Cerca de la casa de mi amigo, en la bella zona del Passeig de Gràcia de Barcelona, realiza su actividad uno de estos estudios de decoración e interiorismo. Se trata de Bayel Tecnics Design, comandado por el reputado interiorista Sebastián Bayona, que colabora con los showrooms y las marcas más importantes de la Ciudad Condal desde hace más de 10 años (el estudio abrió sus puertas y comenzó su actividad en el año 2005, justo hace ahora una década).
Un vistazo a su trabajo serviría para delimitar y conocer cuáles son las tendencias de trabajo en lo relacionado con el mundo del interiorismo en los últimos tiempos. La luz, bien escaso y siempre buscado con ahínco por los decoradores, se ha convertido en una de las líneas maestras de los interioristas en los últimos años. De esta forma, el aprovechamiento del espacio (generalmente con usos diáfanos del mismo), los pequeños detalles y la sutileza tanto en el diseño como en los aprovechamientos posibles del mismo y la combinación de estilos diferentes han pasado a la primera línea de los librillos de tendencias del sector del interiorismo, ya sea en un proyecto para rehabilitar y acondicionar una vivienda o para preparar un local para un nuevo negocio. El mobiliario es otro de los puntos clave en la nueva concepción del interiorismo, que ya no solo se reduce a la reforma y combinación de espacios, sino que alarga su mano hasta la combinación y adecuación de los muebles con el tipo de espacio creado o con la vocación que se tenga para el mismo. Arte o no, lo cierto es que el interiorismo está en alza.