Nacido en Arzuaga, provincia de Badajoz, en 1955, la vida de Miguel Durán es un ejemplo de voluntad, superación y dedicación a un trabajo transformado en pasión.
Ciego de nacimiento –palabra que Durán declara preferir a invidente, ya que “hay que llamar a las cosas por su nombre”, asegura-, se trasladaría junto con su familia a San Baudilio de Llobregat, localidad perteneciente a la provincia de Barcelona. Las dificultades educativas de la España del momento, poco adaptadas a las necesidades particulares de las personas con discapacidad, tendrían como consecuencia que Durán no pudiera tener acceso a una escolarización adecuada hasta los 11 años, edad a la que ingresaría en un colegio de Alicante dirigido por la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE). Su talento para los estudios le permitiría concluir su etapa escolar con el Premio Nacional de Bachillerato. De ahí, culminaría con éxito la licenciatura de Derecho otorgada por la Universidad Central de Barcelona, en la cual se especializaría en derecho matrimonia y fiscal. Ya podía llamarse a sí mismo, con todas las letras, Miguel Durán, abogado.
No obstante, la reticencia de la ciudadanía a la hora de recurrir a un letrado ciego e inexperto provocaría que, en 1976, con 21 años de edad, Durán optara por iniciar una actividad profesional bastante alejada de los juzgados: director de una imprenta de braille en Barcelona integrada dentro del organigrama de la ONCE. Su habilidad para la administración empresarial le valdría al abogado extremeño alcanzar el cargo de delegado territorial de la ONCE en Cataluña en 1983 y, a renglón seguido, dirigir la organización a nivel nacional desde el mes de junio de 1986, puesto en el que permanecerá hasta 1993.
Gracias al acierto de su actividad y a su olfato para los negocios, Durán modernizaría todo el aparato financiero de la ONCE para dotar a la entidad de una autosuficiencia y prosperidad económica que la alejasen de su naturaleza primigenia como organización estrictamente asociada a la caridad y la contribución solidaria de las familias participantes en ella. Bajo las directrices de Durán, la organización diversificará sus canales de ingresos e inversión, entre las que destaca su participación en diversos medios de comunicación, como Telecinco, Onda Cero, la agencia Servimedia y los periódicos El independiente y Diario de Barcelona.
La facturación anual de la ONCE durante este periodo se estima en torno a los 300.000 millones de pesetas.
El resultado de estas inversiones será que, a partir de 1990, Durán pasa a ser socio accionista de la cadena Telecinco, recientemente implantada en España a causa de la concesión de licencias a canales de televisión privados. Será elegido presidente de la empresa, cargo que compatibilizará también con la dirección de Onda Cero. Esta integración en el entorno audiovisual incentivará su vocación como comunicador: será un invitado recurrente en el programa Este país necesita un repaso, emitido por Telecinco entre 1993 y 1994.
La adquisición por parte del Grupo Correo del 25 por ciento de las acciones de Telecinco conducirán a Durán a presentar su dimisión como presidente en 1996. Dos años después, el magistrado Baltasar Garzón imputaría Durán por un presunto delito fiscal -delito continuado de otorgamiento de contrato simulado, otro delito también continuado de administración desleal, y un delito societario de falsedad continuado- y de falsedad documental, dentro de un juicio de grandes dimensiones que incluiría acusaciones contra el propio Silvio Berlusconi, presidente de Mediaset, empresa propietaria de la cadena de televisión. No obstante, la Audiencia Nacional absolvería a Durán ya los otros siete acusados en el proceso.
Libre de implicaciones judiciales, Durán retomaría con normalidad su carrera empresarial particular al mismo tiempo que se convertiría en uno de los rostros de referencia en la tertulia El gato al agua, en Interconomía Televisión, así como en colaborador de otros medios como Radio Intereconomía, La Gaceta o Canal Català. En 2009, el abogado extremeño, residente en Cataluña, prepararía su salto a la política. Su nombre figuraría en la cabeza presentada por el partido Ciutadans para las elecciones al Parlamento europeo, a las cuales concurría en conjunto con la plataforma Libertas, constituida en 2004 para organizar la protesta en contra de la Constitución europea en ciernes, e integrada a su vez en la coalición Ciudadanos de España (Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, Unión del Pueblo Salmantino y Partido Social Demócrata Español). Sin embargo, no lograría conquistar ningún escaño en los comicios.
Desde entonces, Durán vive centrado en su actividad como abogado, que ejerce desde su bufete Durán & Durán, compartido con su sobrino Miguel Àngel. En los últimos años, destaca su labor como representante legal en casos de personas afectadas por las participaciones preferentes de distintas entidades bancarias y como abogado titular de Pablo Crespo, ex secretario de organización del Partido Popular de Galicia y considerado número dos de Francisco Correa en el organigrama de la trama Gürtel, situación que le ha llevado a jugar una parte activa en el caso Bárcenas, emprendido para arrojar luz sobre la supuesta financiación ilegal del Partido Popular.