Decimos que una bolsa de plástico es biodegradable cuando este plástico se puede descomponer en nutrientes y biomasa, en condiciones que se dan normalmente en la naturaleza. Esto no ocurre con las bolsas convencionales de polietileno con polímero obtenido del petróleo, pero sí con algunos bioplásticos fabricados a partir de los recursos naturales renovables (como el algodón o la patata), o de algunos poliésteros sintéticos, en ocasiones obtenidos a partir del petróleo. Como especifica AENOR, si en una bolsa se dice que es biodegradable debe cumplir la norma UNE-EN 13432, que define la biodegradabilidad final como: “Descomposición de un compuesto químico orgánico por microorganismos en presencia de oxígeno para dar dióxido de carbono, agua, sales minerales en cualquier elemento presente (mineralización) y nueva biomasa; o bien en ausencia de oxígeno para dar dióxido de carbono, metano, sales minerales y nueva biomasa”.
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