Nunca pensé que terminaría regalando una cirugía a nadie, si me lo dicen años atrás no me lo creo, y es que soy más bien partidaria de que lo mejor es gustarnos como somos con esos pequeños defectos que, al fin y al cabo, nos hacen únicos. Sin embargo, basta que creas tener las cosas muy claras con respecto a algo que suele venir la vida a demostrarte que nada es blanco o negro y que las cincuenta sombras de grises están ahí para reírse en tu cara. Resulta que el que es mi pareja y compañero de vida, a quién quiero con locura tal y como es se le ha metido en la cabeza (nunca mejor dicho) que quiere recuperar su pelo.