Nacido en Arzuaga, provincia de Badajoz, en 1955, la vida de Miguel Durán es un ejemplo de voluntad, superación y dedicación a un trabajo transformado en pasión.
Ciego de nacimiento –palabra que Durán declara preferir a invidente, ya que “hay que llamar a las cosas por su nombre”, asegura-, se trasladaría junto con su familia a San Baudilio de Llobregat, localidad perteneciente a la provincia de Barcelona. Las dificultades educativas de la España del momento, poco adaptadas a las necesidades particulares de las personas con discapacidad, tendrían como consecuencia que Durán no pudiera tener acceso a una escolarización adecuada hasta los 11 años, edad a la que ingresaría en un colegio de Alicante dirigido por la Organización Nacional de Ciegos